martes, 16 de febrero de 2010

Comprarse una Katana (I). Réplicas

Recuerdo perfectamente la primera vez que quise tener una katana, tendría 16 o 17 años, fue viendo "El Guardaespaldas", había una escena donde un pañuelo se dejaba caer sobre el filo de la inmóvil espada de Kevin Costner, y ésta lo cortaba en dos. Viendo esta escena hoy, la verdad que me parece un poco lamentable, pero la cosa sucedió así.

Con 19 años me regalaron una réplica toledana, coincidiendo con el comienzo de la práctica del Aikido y el Iaido, unas disciplinas niponas muy vinculadas al carácter Samurai.
Tras unos años, empecé a interesarme seriamente por el mundo de los Nihonto o Espadas Japonesas; leí libros, consulté anticuarios, casas de subastas, pero todo eran impedimentos; que si no las exportan de Japón, que si las que ya están fuera son carísimas, en fin, que me lo pusieron tan difícil que decidí centrarme en las réplicas y me fui a Toledo en busca de la mejor.
En Toledo, mientras recorría el millón de tiendas que allí había, surgió el primer problema, en esos años había aprendido lo suficiente sobre las Espadas Japonesas, como para que las réplicas de Marto me pareciesen una broma pesada; y es que las réplicas toledanas, para empezar, no están afiladas, las hojas son de acero inoxidable, las empuñaduras de plástico y los adornos parecen de un todo a 100, y eso las sencillas, porque las "top" son auténticas horteradas.
Decidí pues irme de Toledo con las manos vacías. Durante el viaje, mientras miraba los campos castellanos, recordé un catálogo, de una tienda, (Kwon),que vendía complementos para la práctica de artes marciales, hoy ya tiene tienda online, y es que, las cosas, han cambiado mucho. La cuestión es que, por aquel entonces, vendían unas réplicas alemanas realizadas por métodos tradicionales así que, recorrí el camino de vuelta, pensando en cómo conseguir aquel catálogo de aquella tienda de la que apenas recordaba el nombre.
Ya en casa y tras unos días preguntando a éste y al otro, mi amigo Víctor me consiguió un catálogo. Pregunté precios, y si la mejor réplica toledana costaba 40.000 Ptas., las Alemanas costaban 300.000 Ptas., Para un estudiante sin un duro se hizo muy cuesta arriba, no se podía ver la espada, había que pagar por adelantado, pues eran bajo pedido, y el miedo a comprar algo no muy diferente a las Marto me echo para atrás.
Pasaron otros pocos años, empecé a trabajar, e Internet era ya algo grande, Google ya era santo, y el “consumismo de investigación” por fin era posible.
Hoy se pueden encontrar en el mercado réplicas chinas, con un acero de dudosa calidad, pero con un afilado digno de mejor bisturí, japonesas normalmente Iaitos, que es como se denominan las katanas de entrenamiento y que no están afiladas, y alemanas, de varios tipos, aunque yo recomiendo las de Acero al Carbono Plegado unas 13 veces lo que le confiere al acero más de 8.000 capas. Existe en esta casa alemana una calidad de hoja mejor o “más auténtica” se trata de la realizada con acero Tamahagane, el acero que empleaban los forjadores japoneses. Hoy los aceros al carbono son de excelente calidad por lo que no veo interesante gastarse más de 2.000€ en una réplica.


WKC es el nombre de esta empresa germana, y como buenos alemanes, hacen pasar un completo test de resistencia y corte, y que además tiene certificación TÜV, a uno de sus modelos, y que está en torno a los 1.100€.
Si quieres una buena réplica, bonita, de calidad, y con filo, esta es la mejor opción.
Algunas diferencias con las Toledanas:
-Tsuka (empuñadura): fabrica con Madera, Piel de Raya y Seda en vez de plástico, aluminio y fibras.
-Saya (Vaina): En Madera y Cuerno en lugar de aluminio.
-Hoja: de Acero al Carbono forjado y plegado en lugar de acero inoxidable o aluminio hecho con moldes.

Video; Katana vs 9mm

Existen, naturalmente, espadas Japonesas artesanales y modernas, aunque su precio supera en todos los casos los 6.000€.

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